“Enamorada de tu sexo”

Hoy descubrí que estoy enamorada de tu sexo, de ese pequeño pene travieso y juguetón que juega al escondite entre tus pantys, simplemente lo amo pues despierta en mi tantas emociones que yo misma desconocía, luce tan lindo, tan indefenso y tan femenino. Sé que es una contradicción decirte que tu pene me parece tan femenino, pero es que no se parece a ningún otro, es en verdad bonito, tan suave, tan limpio y lampiño, me inspira tanta ternura verlo dormidito, al contemplarlo así pienso que es pequeño y ligero cómo un pajarito que ha caído de su nido al tratar de alzar el vuelo, es tan lindo que quisiera tenerlo en la palma de mi mano para llenarlo de mimos y apapachos.

Quizá no lo sepas pero ejerce un irresistible encanto sobre mí, tanto que sueño despierta con poder acariciarlo y despertarlo con un dulce beso, sueño con regalarle mis caricias mientras perezoso y sin prisas se levanta, sueño con ese momento con el momento de ayudarlo a erguirse con besos cada vez más húmedos y caricias cada vez más agitadas, imagino lo hermoso y suculento que debe verse bien erecto, lo firme que debe ponerse cuando está contento y ansioso por jugar, me lo imagino oscilando erguido, cómo en un lento baile, provocador y arrogante tratando de hipnotizarme con su vaivén cómo una cobra a punto de atacar.

Me excita tanto la idea de devorarlo pero ya no es el mismo bello durmiente, ahora es un indomable e insolente busca pleitos, que vigoroso y ágil escapa de mis manos, de mis lamidas y lengüetazos, cada vez que siento que por fin he atrapado su juguetona cabecita con mis besos hábilmente se me escapa, me provoca, huye y arremete una y otra vez, hasta que en un último esfuerzo por devorarlo, lo sujeto firmemente con ambas manos pero la poderosa cobra lanza su último ataque y escupe su dulce veneno con fuerza, es un disparo certero y fulminante, que me baña el rostro, cierro los ojos y antes de poder escapar y caer rendida siento tres disparos más, su veneno es tibio y abundante, lo siento resbalarse desde mis pestañas y escurrir por mis mejillas, exhalo un suspiro callado y me saboreo los labios, mientras las gotitas van cayendo al suelo. Ahora sé que no tengo remedio y que definitivamente estoy locamente enamorada de tu sexo.